26 de junio de 2009

Otras tribulaciones.

El atribulado tiene sus admiradores y como era de esperarse ahora también tiene discípulos.
Tal es el caso de Armando Tabaschi que nos envió el siguiente relato, con un mail que dice:
"Edu por sobre todo, me emociona el blog y no puedo menos que responder con algo, te mando en un Word adjunto, una historia al mejor estilo "ATRIBULADO". Me saco el sombrero ante sus semblanzas, ante los que no podré ni aspiro a competir. Es sobre el profesor Spinelli, creo que está buena y es un recuerdo constante de nuestras reuniones... un fuerte abrazo y de nuevo gracias... Armando."
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Del profesor de Merceología, Alberto Spinelli, y sus vericuetos y peripecias en 5to 1ra. 1982.
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Corría 1982, y estábamos conociendo a los nuevos profesores con los que compartiríamos el resto de nuestro último año en el Joaco. Nosotros, siempre perversos, agazapados a ver que clase de personajes nos iban a tocar en suerte para ese período y ahí fueron apareciendo, de algunos de a uno. Ya teníamos ciertas referencias de alguno que otro y así iban cayendo. Contabilidad, la Ferreres... "señoreé dos minutitos", su caballito de batalla, un dolor de testículos u ovarios para la mayoría… Boimorto en Matemática Financiera, con una particularidad irrepetible: la única manera de aprobar era copiándote y yo era de madera para eso, única materia a examen, el resto, el que se copió, digo, safó… Rivero en la detestada Taquigrafía, otro dolor de cabeza… Marconi, un ultra altísimo personaje, que amerita una historia aparte en otra ocasión, en dos materias: Derecho Administrativo y la otra era Economía Política. El gordo Binda en Organización del Comercio, otro alto personaje que lucía unas corbatas altamente psicodélicas… la querida Yeregui en otro Derecho, creo que era Comercial, Papurello en Gimnasia, Perez Salas, en Ingles, vieja conocida, y en Merceologia al flaco Alberto Spinelli, acerca de quien me explayaré a continuación.
Lo de flaco, aparte que lo era, fue en obvia alusión al flaco Spinetta de quien varios éramos fanáticos. El flaco Luis Alberto Spinelli, sería para nos… y bueh comenzaron las clases con este buen hombre, un tipo ni garca ni dadivoso, había que ganarse la nota o sino… hablar con él, si si si, si no hablabas con él, estabas literalmente frito y a mi casi me frita. Había que hablar con él y nada mas.
La historia reza que ante la estupefacta mirada de los alumnos/as, el tipo cuando empezaba la clase, tomaba la lista y decía por ejemplo: "hoy quiero charlar con Gustavito Stefano, o Armandito Tabacchi o Jorgito Gutiérrez o Huguito de La Iglesia o...", siempre en diminutivos, siempre hombres jamás una mujer… con una sola excepción… Entonces la secuencia era: te llamaba, vos ibas y te prestaba un libro, te lo entregaba, lo tenias que leer y después los comentaba con cada uno personalmente, si si, no en clase, no en el frente, personalmente cuando sonaba el timbre del recreo… Siempre el mismo rito, agarraba la lista, elegía a un pibe y preparaba su librito o llamaba a alguien a quien ya le había prestado el libro para el descargo respectivo.
Sólo una chica, la excepción, mi también amiguísima Deby Mariño, quien ante la sorpresa de Spinelli, lo encaró y lo increpó diciéndole que las mujeres también tenían derechos a ser acreedoras a sus libros, ante lo cual don Spinelli no tuvo más que acceder y prestarle una de sus preseas a Deby.
Spinelli era altamente católico. Algunos aventuraban que pertenecía al Opus Dei, no nos olvidemos que aún eran épocas de un alto fundamentalismo militar, ya en baja, y también religioso, al menos en lo aparente.
Los libros no salían mucho de esos temas, hablaban de las "Precauciones de tipo sexual", "Observaciones sobre las practicidades de la castidad", etc. A mi me había prestado uno que se llamaba "Triunfo" que hablaba sobre el éxito en la vida y no recuerdo muy bien que más y que justamente yo iba a serlo, pero había que seguir las pautas.
Hasta ahí la secuencia: convocatoria de alumno, préstamo de libro y descargo del mismo en el recreo, con comentario incluido. Ahí, justamente ahí, empezaba el padecimiento del que quedaba en el patio con Spinelli. ¿Recuerdan los escudos del Joaquin?, nos sacábamos el escudo y le pinchábamos el upite a la víctima de ocasión o nos íbamos a un piso superior y desde ahí le hacíamos todo tipo de monerías al sujeto apresado en la ocasión, quien debía invariablemente que contener lo incontenible: la risa.
Spinelli tenía sus favoritos, entre los que gustaba convocar. El más favorito era Gustavito Stefano, uno de los altos hermanos que me regaló la vida, con quien aún compartimos muchísimas cosas… con quien remataré la historia. También solía llevarnos a menudo de excursión los domingos a un club en Castelar creo era el club del INTA al cual él pertenecía y le permitían asistir con sus alumnos.
También pasábamos unos panfletos que hacía otro compañero el flaco Soriani, quien era muy habilidoso con el lápiz, con la figura de Spinelli con una guitarra cruzada que decía: "el Flaco Spinelli presenta su nuevo disco "Los niños que escriben en el pizarrón" (en otra obvia alusión a Spinetta que en ese entonces tenía un disco llamado "Los niños que escriben en el cielo"), y en otra cita, pero esta vez a Piero, el panfleto rezaba: "Vení con tu ropa blanca y tu instrumento y el flaco te va a hacer cantar en el frente" (Piero convocaba a la gente a sus recitales de ese modo). El panfleto corría un día antes de su clase o un poco antes de ella.
La cuestión que a mi no me gustaba ni un poco hablar con Spinelli porque, y acá viene lo más cómico, el tipo de constante me preguntaba acerca de mi vocación como sacerdote, que jamás existió, pero como solía ir a la iglesia y no se como se enteró, me impulsaba a tomarle cariño a los seminarios, cuando yo lo único que quería era tocar mi guitarra… Como le escapaba, siempre me llamaba al frente y casi me manda a examen por 0,50 centésimos en un hecho confeso por el mismo.
Y ahora si, el final de la historia. Volvemos a Gustavo Stefano, el preferido, quien obviamente, con otros, tenían con toda comodidad aprobada la materia sin haber visitado el frente jamás. Escenario: último día de clase de Merceología del año, da las notas finales y nos llama a Gus y a mi. Gus por ese entonces era absolutamente ateo, el único que yo conocía y Spinelli indagando, sabía que era de mi círculo más íntimo y nos convocó a ambos a una reunioncita post clase, adentro del aula, y vemos que pela dos libritos (naranja era la tapa, me acuerdo como si fuera ayer). ¡Eran de catecismo!, la cosa tomaba tintes netamentes bizarros:
- "Armandito", me dice muy solemnemente, sacando su lengua afuera, cosa habitual en él, "te encomiendo una tarea hermosa y es que lo prepares a Gustavito para que sea bautizado".
Con nuestros ojos dados vuelta por la situación, GUS y yo no conteníamos la risa y los espasmos producidos por la disparatada circunstancia. Lo más rápido posible nos rajamos con nuestros libros, pensando que no lo íbamos a ver más al protagonista principal de la historia y… va fangulo. En parte fue así, pero… Spinelli se tomaba el trabajo post colegio, ya dando los ingresos a la Facu y por un largo tiempo de llamarlo a Gus a la casa para ver como evolucionaba su preparación, que, como imaginaran, obviamente, jamás existió, con el correr de los años y que él trataba de eludir cuando Spinelli lo llamaba a la casa en una cosa casi obsesiva, y ahí quedo el tema. Con el paso del tiempo Gus modifico algunas ideas, pero no tengan dudas que nada tuvo que ver con lo que Spinelli intentaba inculcar.
No creo a la distancia, lo que muchos podrían llegar a insinuar de Spinelli acerca de convocar siempre a chicos, estimo que estaba tan compenetrado con la religión que el hecho de evangelizar para él era prioritario e intentaba de un modo no muy convencional para una manga de atorrantes adiestrarnos en menesteres de esta naturaleza.
No lo llegué a tener luego de profesor en Económicas porque se había jubilado, me hubiera gustado. Para nosotros fue un altísimo personaje, buen tipo, buen corazón, pero con algunas cosas que daban para el comentario continuo, aun hoy…
Saludos. Armando.
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gracias Armando.

1 comentario:

  1. Todavia me estoy cagando de risa del cuento de Spinelli, lo tuve en el 78 en 5°3a TM y luego lo vivi varios años mas como preceptor. El relato de la entrega que hacia de los libros me parece increíble (ya me habia olvidado). El flaco Spinelli ( personaje si los hubo). Y mientras hacian el cuento me vino el recuerdo de Barcia en taquigrafia, gran obstaculo si los habia junto con la Whelan y la Ferreres.....imperdibles para la memoria.

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