26 de diciembre de 2008

Del atribulado y el aporte de una crónica secundaria.

Estas "Crónicas Secundarias del JVG" nacieron de un torbellino caótico de recuerdos a los que intenté organizar lo mejor posible. El responsable del blog abrió una especie de caja de Pandora que, a cambio de calamidades, desató recuerdos. Recuerdos que confirman y apuntalan estos relatos y por sobre todas las cosas los enriquecen. Es el caso del aporte hecho por Angel Marino —al que le estoy muy agradecido— quien me acercó por mail el testimonio que paso a relatar.
En el mismo año de 1973, Angel cursaba 2do 5ta. Imaginen cómo se habría aumentado la población del JVG con el ingreso de las chicas que se habilitaron cinco segundos; a no menos de treinta por división estaríamos en ciento cincuenta párvulos. Su aporte viene a confirmar que en este 1973 los descontroles que he relatado y de los cuales fui testigo e incluso activo participante no se suscribían sólo a mi división sino que sucedían en todo el colegio. Ángel recuerda lo de las "huelgas" además del acopio de pirotecnia y gamexane y aporta algo que yo desconocía: la práctica de la querida y recordada "vaquita". Las chirolas qué se juntaban en las divisiones 'menores' eran entregadas a los colegas de quinto año para la compra del arsenal. Estaba claro que aquel sacrificio y desprendimiento desinteresado debía tener una recompensa y la profesora Bischi de Castellano fue la elegida. En medio de una de sus clases y mientras una compañera estaba dando lección, una mano amiga abrió la puerta del aula y arrojó una pelota de papel humeando. Ya se sabía: ¡era una bomba de gamexane!
Inmediatamente aquellos que estaban en las primeros filas la patearon hacia atrás entre los bancos mientras los que estaban cerca de las ventanas corrieron a cerrarlas. La asfixiante humareda hizo que todos buscaran la salida excepto la Bischi que continuaba estoica pañuelo en mano tapándose la nariz y la boca. La alumna trataba de continuar con su lección, de seguro temiendo el aplazo si la abandonaba, hasta que no aguantó más y salió disparada para afuera. Detrás salió la Bischi a quien pareció no afectarle el gamexane, sin toser, sin lagrimear y manteniendo firme su pañuelo contra la cara.
La anécdota habla por sí sola de la personalidad que tenía la Bischi. Yo no la tuve pero seguro era de las "bravas" o simplemente era un androide plástico al que los tóxicos no le afectaban.
¡Gracias Ángel!


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Gracias Néstor y Angel.

2 comentarios:

  1. Te comento que con esa profesora el año se volvió difícil y la materia la llevamos a diciembre y marzo en amplia mayoría.
    Te digo más, si mal no recuerdo la alumna que estaba dando lección era Elizabeth José, habría que confirmarlo con ella, que Eduardo le pregunte ya que en el mail está.
    Espero que guste la historia ya que la escribí rápido solo para que tengas el relato.
    Un abrazo.
    Angel Marino

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  2. Esto es bello...
    Una de las primeras cosas que charlamos con Angel cuando me encontró por teléfono allá por junio de este año fue precisamente esta anécdota, y no hace falta llamarla a Elizabeth para confirmar nada. Era ella.
    Y yo fui uno de los que cerro las ventanas, y obviamente tambien fui uno de los que rindió "Castellano" en diciembre.

    Lo que puedo hacer es pedirle a Elizabeth que nos cuente como lo vivió ella... les parece?

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