La película "La Noche de los Lápices" de 1986, del director argentino Héctor Olivera, relata acerca de los sucesos acaecidos en Argentina tras el golpe de estado que significó el inicio del Proceso de Reorganización Nacional, y en el que desaparecieron miles de personas que fueron raptadas, torturadas, y la mayoría asesinadas.
El film empieza en septiembre de 1975, con una reunión estudiantil encabezada por Claudia Falcone, debido a que el dinero no les da para comprar libros y quieren obtener un boleto estudiantil por el que votan para realizar una manifestación.
Tras la manifestación, todos esperan en sus casas la resolución que estudia el gobierno, y sorprendentemente es aceptado el Boleto Estudiantil Secundario (BES). Los jóvenes estudiantes salen a la calle a celebrarlo.
Desgraciadamente, en marzo de 1976, ocurre un golpe de estado que destituye a Isabel Perón y toma el mando una junta militar en plena dictadura, y se quiere cancelar el boleto estudiantil, así como prohibir las reuniones de estudiantes, sobre todo de tendencias comunistas, entre tantas otras cosas.
Para ello, Claudia Falcone y otros jóvenes más cuelgan carteles en contra de la nueva dictadura. Estos jóvenes, al igual que la mayoría de la población, desconocen que el nuevo gobierno está secuestrando gente en contra de los nuevos ideales dictatoriales, y es por ello que una noche también son secuestrados.
La historia se centra sobre todo en Pablo Díaz, que fue el único de ese grupo de amigos estudiantes que logró sobrevivir. Los demás desaparecieron sin saberse nada de ellos hasta la fecha. Se ve la vida en esas prisiones clandestinas, las torturas, el aislamiento, la incertidumbre de sus futuros...
La película está ensalzada con canciones de Sui Generis.
El mundo debe saber que barbaridades ha sido capaces de llevar a cabo algunos gobiernos, y es por ello que no se puede dejar pasar la ocasión de ver una película como ésta, basada en hechos reales, que por supuesto, tiene algunos pequeños cambios por motivos argumentales que no alteran el espíritu ni la veracidad de lo acontecido.
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