Como lo dije en mi editorial anterior, voy a contarles sobre la inclusión de la música en mi vida, y quizás se pregunten que tiene que ver eso con el Joaquin, y al respuesta es muy sencilla: yo entré a ese maravilloso mundo en mi paso por la secundaria, en mi paso por el JVG.
Aparte de los gustos personales, que a esa edad pasa mucho por lo de moda o lo que se escucha en los medios, en mi caso yo le debo a varias personas el echo de que me hayan hecho escuchar algo en un momento determinado, y en estas líneas se los voy a agradecer públicamente.
1er y 2do año
Primer año en el Joaquin lo hice en el 72, y a fuerza de ser sincero no tengo la menor idea de que era lo que escuchaba en esa época. Quizás me dejaba llevar por lo que veíamos en “Musica en Libertad” conducido por Leonardo Simons, o en “Sótano Beat” por un joven Fernando Bravo.
En casa teníamos un pasamagazine, que en realidad era para el auto pero como mi viejo ya tenía uno en el Fiat 1500, ese otro decidimos ponerlo en el depto. No recuerdo bien cuales teníamos pero yo escuchaba “Abbey Road” (The Beatles), y un “Top hits” volumen 568 que tenía un par de temas excelentes: "Mother and child reunion" por Paul Simon y "No one to depend on" por Santana.
La mejor música la escuchabas en Radio del Plata, que algunos años después sería la pionera de las FM junto a Rivadavia, y la mejor música la escuhabas por radio a partir de las 23 horas en el programa “Modart en la Noche” (“tu show nocturno exclusivo con la conducciónde Pedro Anibal Mansilla, y los rankings de Cashboard, Billboard y New Musical Express”). Y por las tardes, “La Catedral del Ritmo”, “Las Siete Lunas de Grandal” (conducido por Nora Perlé), y en la tele "El Show de Johnny Allon” por LS86 TV canal 2 de La Plata… y si nombro a Betty Elizalde y Nucha Amengual, me pongo a llorar descontroladamente.
Lo que si recuerdo muy bien es que por aquellas épocas, cuando los de quinto no nos dejaban entrar porque hacían huelga, un día y vaya uno a saber por que razón, nos fuimos a la casa de Ernesto Kina (“el japonés”). Para mi, tener un amigo con una tintorería era toda un orgullo.
En esas escapadas a su casa, escuchábamos distintos Long Plays de uno de los tantos hermanos que tenía Kina. Ver el ritual de limpieza previo a apoyar la púa sobre el surco del vinilo, era comparable a la ceremonia del té de una geisha. Nuestro asombro era comprensible dado que estábamos acostumbrados a poner dos o tres LP, uno arriba del otro en el Winco y no pararte a cambiarlos hasta que terminaba el tercero.
El hermano de Kina tenía un equipo de la putamadre, con una fidelidad impresionante y eso incluía los auriculares.
De más está decir que absolutamente todos los Long Plays de la familia Kina eran impecables espejos, enfundados cuidadosamente en sus bolsa plásticas, dado que estaba totalmente prohibido tocarlos con los dedos excepto en el borde.
Yo tenía en mi casa un simple de The Beatles (Sgt Pepper’s) y nunca había tenido oportunidad de escuchar o tener en mis manos un LP. Pero Kina me hizo escuchar, para empezar a descubrirlos, el “Album Blanco”. Obviamente me quemó la cabeza.
En ese pequeño círculo de adoradores de los 4 de Liverpool entró Juan Carlos Kuljis, con quien intentamos convencer al japonés de escuchar “Revolución 9” al revés porque ahí se escuchaba como había muerto Paul McCartney, que todavía estaba vivo.
Junto a algunos álbumes de Pescado Rabioso y Paul Simon en concierto, y algo de Quincy Jones, un día Ernesto Kina me hace escuchar el album “Brain Salad Surgery” de Emerson Lake & Palmer y ese día mis amigos, mi vida musical tomó un rumbo sin retorno, sin abandonar a los Beatles por supuesto.
Paralelamente, con Kuljis se tejía otra historia que nos uniría aún más. Siendo los dos fanáticos (los tres en realidad) de los Beatles, el flaco en algún momento tomó la decisión de tener la colección completa de los sus discos editados.
Me acuerdo que nos juntábamos en la casa de Juan Carlos y en su Winco, en la habitación de servicio, escuchábamos los Long Plays y sacábamos las letras. Después las pasábamos prolijamente en limpio en la Olivetti Letera 32, y así llegamos a tener todas las letras de los Beatles. Por supuesto que también tenía cabida cualquier simple de alguno de ellos como solista o cualquier álbum que sacaran.
Por mi lado, yo juntaba fotos de ellos, la que sea. Imagínense que a dos años de su separación, siempre había alguna nota en cualquier revista Pelo, Gente, Siete Días, Antena, TV Guía, Canal TV, Radiolandia, etc. Muchos años después, pegué todas esas fotos en 5 cartulinas y me hice 5 posters: uno de los Beatles y un poster de cada uno de ellos.
Y para terminar de redondear ese fanatismo, los viernes a las 22 escuchábamos, grabábamos y transcribíamos el segmento “Beatlemanía”, que Juan Alberto Badía, junto a Graciela “Grace” Mancuso, le dedicaba en su programa, con temas y anécdotas.
Eduardo Amor.