Y todos soñamos con llegar a quinto, quien no?
Muchos dicen "eran otras épocas" y con el tiempo, implacable, masculino y singular, uno se va dando cuenta que todos todos en su momento decimos lo mismo.
Y si bien eran otras épocas para cada uno fue tan difícil como cada uno quiso y lo permitió, o dejó que se diera como fuera, total, era una etapa más de la vida.
Lo que ninguno sabíamos que era la etapa mas linda de nuestra vida.
Anécdotas, amigos, apellidos que no se quedan siempre, recreos memorables, preceptores buenos y malos, profesores que uno admira de grande salvo alguna que otra excepción. Y Nicolás Florencio fue uno de esos, o mejor dicho él era esa excepción.
Un tipo jodido pero jodido en serio, con todas las letras. Generador de odio y sed de venganza, de las más intrincadas fomas de hacerlo desaparecer en el mejor sentido que le quieran dar a la palabra. En realidad en todos los sentidos, todo era válido para querer no verlo entrar al aula pero el hombre ya estaba sentado en su escritorio antes que termine el recreo.
¿De qué vivía? ¿Tendría amigos? Familia? acaso alguien lo querría? Un sinfin de preguntas que ni siquiera se nos ocurrían porque sólo provocaba pensamientos negativos.
Y un dato muy interesante que avala la descripción es que al entrar en primer año ya sabíamos que en quinto estába él, junto a otros pocos que también se sumaban al cuarteto de los indeseables, pero él se llevaba todos los números. Como si quisiera perpetuarse en el podio de hacer daño intelectual.
Había formas de chicanear el año de sinsabores pero la cantidad de lugares era muy reducida. Para que se entienda mejor, una forma de "safar" y aprobar la materia era ser su secretario/a. Era cuestión de levantar la mano el primer día de clase cuando, parado al frente del aula, preguntaba si alguno quería serlo. Pocos tenían el dato de las comodidades que proporcionaba la función.
La mayoría pensábamos que no solamente seríamos señalados como chupamedias sino que también habría que arrastrarse ante cualquier solicitud ridícula, estrafalaria, o cualquier adjetivo parecido que se les ocurra. El secreto para aprobar era perpetuar la obsecuencia durante un año lectivo, nada más que eso.
Pero nosotros estábamos para otra cosa. Obvio que queríamos estudiar y aprobar las materias, pero este profe sobrepasaba ampliamente lo inaudito y fuera de lugar en el proceso educativo, feed-back, relación con el alumno, y lo que podamos agregar en pos de la enseñanza secundaria. Su materia era "Matemática Financiera", entienden que aplicar todo esto relacionado a la matemática financiera sigue siendo absurdo.
Alguien dijo alguna vez que lo que él buscaba era que el alumno piense, razone, adopte costumbres de vida que nos servirían en el futuro, lo cual parece algo muy positivo para la vida especialmente si lo aprendés en esa etapa para aplicarlo en el futuro. Pero era él y nada más que él quien aplicaba esa metodología tortuosa e inexplicable. Es como pretender que un nene en séptimo grado aprenda y se reciba de neurocirujano.
Un buen dato que muestra su incapacidad de interactuar con raciocinio es contarles que había dos notas posibles: 10 o 1, aunque se de alguien que logró llevarse un 0 pudiendo levantar la nota en una prueba escrita. Le dijo el profesor: "lo felicito, veo que ha puesto esmero en el aprendizaje y decidió encarar la materia con seriedad, por lo tanto le he aumentado la nota... tiene un 1".
En mi caso, me la llevé a diciembre y la aprobé en marzo. estuve todo el verano con un profesor particular, un ser admirable que ejercía la docencia en el turno tarde y casualmente era el padre de un compañero y gran amigo de la vida. Aprendí en 3 meses lo que el otro no supo enseñar en todo el año.
Tanto podría escribir de un montón de recuerdos propios y ajenos que he presenciado, y muchos más que me han contado... y todo para describir la personalidad de un ser inmutable ante el dolor ajeno, y ubicarlos en tiempo y espacio de lo que era quinto año en el Joaquín con Nicolás Florencio Whelan.
Perdón por el relato porque lo que quería es compartir lo que me escribió en el cuadernito que se firmaba a fin de año con las dedicatorias de compañeros, preceptores y profesores... y por que no pedirle al monstruo que nos dedique unas palabras. A lo sumo nos comería crudos, era lo único que le faltaba.
Dice así: "Amor: Estimo que no llegó a desarrollar en el curso toda su capacidad, pero me demostró poseer condiciones para lograrlo. Considere Eduardo Jorge que el tiempo es irrecuperable y aplíquese para su adecuado empleo. Tiene excelentes condiciones personales. Noviembre 19 de 1976."N. de la R.: emotivo relato y sobrecogedoras palabras... pero era un HdP.